Mi viejo para mí fue un modelo, de lo que tal vez tomé consciencia, ya de adulto. Y es que después de toda la montaña rusa que fueron los primeros treinta y tantos, te das cuenta que hay cosas que marcaron tu vida, en este caso, de buena forma. Mi viejo era todo lo que una buena persona reúne; amable, generoso, divertido, responsable, trabajador. Y era de los que ya (casi) no quedan. Un médico por vocación, que nunca quiso ir a trabajar a la clínica Las Condes, que muchas veces lo vi llamar a la secretaria para decirle que no le cobre a la paciente que iba saliendo de su consulta (que visiblemente, era una persona de escasos recursos), y así otras tantas. Recuerdo que los San Juan y cumpleaños de mi viejo, siempre le llegaban regalos de pacientes (regalones). Nunca olvidaré una pierna de jamón gigante, con cuchillo y atril…en épocas que eso definitivamente no era común acá; lo que lo hacía más delicioso (típico afán del ser humano de valorar más las cosas que no tiene y/o, en algunos casos, las prohibidas).
Volviendo a mi padre. Fue un pilar para mí, sobre todo en la vida adulta. Cuando tenía un problema, recurría a él. Cuando no tenía dónde ir, llegaba a la casa de él. Cuando no tenía plata… también. Y el pilar se enfermó, una enfermedad que de a poquito acabó con su vida. Fue por suerte luego de una buena calidad de sobrevida por casi cinco años. Al final, el “ocaso” fue muy rápido. Nadie estaba preparado, aunque sabíamos hacía tiempo lo que iba a ocurrir. Hoy digo “por suerte” tuve el tiempo de “prepararme” …. Me imagino el dolor de una muerte tan cercana y tan repentina.
Y llegó el momento de despedirlo. Lo hicimos como él quería. Nada de iglesias, ni mucho menos curas (o sea……). Nos reunimos todos, en un velatorio sin cruces, curas ni ceremonias convencionales. Muchísima gente, mucho afecto hacia él y cariño hacia nosotros, sus deudos. Un calor humano que uno habitualmente no percibe (o al menos no me había rozado) en un velorio. Hubo grupos de gente conversando, tomamos café, galletitas, nos reímos incluso…. Era como estar un San Juan en la casa de mi viejo…estaba muy presente, más allá de su cuerpo.
Luego, yo lo había comentado con un amigo que lo propuso, y creo que una persona más. Pero nos fuimos, si mal no recuerdo, 22 personas al quitapenas, frente al cementerio general. Ese lugar existe desde la segunda mitad del siglo XIX, según se tiene registros. Y comimos, tomamos, lo recordamos, nos reímos, hubo reencuentros inesperados…la verdad fue demasiado rico. Que mejor manera de despedirlo. Sé que él no hubiera querido que tuviéramos pena. E intentamos hacerle caso. Fue una despedida a su altura. Luego de eso, seguro alto vuela el viejito. Tan alto que todavía lo siento aquí.
que algunas personas jamás nos dejan,
nunca se van por completo,
aunque ya no estén.
Su esencia queda,
su voz se escucha,
las sentimos sonreír.
Algunas personas jamás nos dejan,
son eternas.”
Pillo me hiciste llorar... recuerdo mucho a tu viejo y las anecdotas que me contaba mi abuelo de aventuras y travesuras que vivieron esos tres hermanos en su infancia... no sé si es tarde o no para comentarlo ni la fecha de publicación de este blog... cuando hablé con el copihue que él me regaló un San Juan, éste ya no creció más.
ResponderEliminarAnto. Esto lo escribí hace un buen tiempo ya, pero no deja de ser contingente y nada de lo que acá digo ha cambiado. Que bueno que te sirvió para recordar a tu tío abuelo y a tu abuelo. Ellos siempre estarán vivos en nuestros recuerdos.
EliminarUn abrazo
Busque al dr.Kappes para saber de él, y con gran pesar me enteré que ya había partido. En el año 85 el me opero. Era una intervención jodida y la sacó adelante. Muchas veces iba al box después de la operación y me atendía así no más. Así que conocí su generosidad. También lo fui a ver a su consulta cuando tenía algún problema, y confiaba plenamente en sus palabras.Me causaba risa verlo siempre con el pucho, él que era vascular! Pero lo admiraba. Y le estaré siempre muy agradecido.
ResponderEliminarlo extraño :(
ResponderEliminar:(
EliminarQ.E.P.D
ResponderEliminarLo conocí en Isapre Promepart, en los años 97 al 2000 aprox, la misma empresa donde yo trabajaba. Le hablé de mi flia. Mis abuelos eran Kappes Pröschle y Pröschle Schmeisser.
Que lindo! Claro, escuché a mi padre y mis tíos más de alguna vez hablar de los Kappes Pröschle (aunque no tengo claro el parentesco aún, pero sé que algo hay). Me acuerdo perfecto cuando trabajó en Promepart, creo que fue su debut en la contraloría médica (que fue lo último que terminó haciendo en su carrera como médico, en el JJ Aguirre, su casa). Gracias por su nota, saber de gente que se lo encontró y que lo recuerda con cariño hace que su recuerdo indeleble se mantenga cada día en mi.
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