lunes, 12 de junio de 2017

Extraño hallazgo

Hoy voy a escribir de esas cosas que no le importan a nadie, pero tiene una segunda mirada que puede resultar súper interesante. Y tiene que ver con los recuerdos.

En una de mis primeras entradas de este blog, hablo de mis recuerdos de la infancia… que son más bien escasos. A los recuerdos que me refiero en realidad son sensaciones, emociones. Decía que por ahí me quedaba algún sabor, aroma.

Lo que les voy a contar ahora tiene tintes hasta de ridículo, pero para mí ha resultado interesante. Resulta que estaba yo lavando loza en mi casa, con la típica esponja verde con una virutilla por el revés. Con agüita caliente, harta espuma del lavalozas, y mis manos sin guantes.

Por algún motivo, en un minuto me pasé a llevar la palma de la mano con la esponja.




(Ahora, el momento clave de la historia).






Mi mente se trasladó a la infancia. Me vi metido dentro de la tina con agua caliente, y más agua caliente saliendo por la llave. Recuerdo que tenía una esponja grande. Metía la esponja debajo del chorro de agua, la estrujaba y así varias veces. Luego la chupeteaba; me encantaba tomarme el agua de la esponja.


Yo estaba lavando loza, recuerden. Así que me volví a pasar la esponja por la mano, y aunque no lo crean, me dio una sensación placentera; como de paz, estar protegido, abrigado, seguro... no sé.
Y hace unos días mi sonrisa es más grande. Me compré una gran esponja para la ducha. Un ancla tal vez a lo anterior. No está mal.

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